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En el corazón de nuestra comunidad educativa, cada año celebramos con devoción y solemnidad la imposición de la Santa Ceniza, un momento sagrado que marca el inicio del período de reflexión y preparación espiritual que es la Cuaresma. En nuestro colegio, fieles a la tradición católica y los principios franciscanos, este acontecimiento cobra un significado aún más profundo.

Guiados por la espiritualidad franciscana, nos reunimos para recibir las cenizas como un recordatorio humilde de nuestra propia mortalidad y de la necesidad constante de conversión y renovación interior. En este tiempo de introspección, renovamos nuestro compromiso con los valores de amor, humildad, paz y servicio que San Francisco de Asís nos enseñó a vivir.

La imposición de la Santa Ceniza en nuestro colegio no es solo un ritual religioso, sino un llamado a la acción, un llamado a vivir nuestras vidas de acuerdo con los principios del Evangelio y el ejemplo de San Francisco. Nos insta a mirar hacia adentro, a examinar nuestras acciones y motivaciones, y a buscar la reconciliación con Dios y con nuestros semejantes.

En este tiempo de Cuaresma, renovamos nuestro compromiso de vivir en armonía con la creación, de ser instrumentos de paz y justicia en un mundo necesitado. Recordamos la importancia de la humildad y la sencillez, valores que están en el corazón mismo del espíritu franciscano.

Que la imposición de la Santa Ceniza en nuestro colegio nos inspire a vivir con mayor autenticidad, compasión y entrega, y que nos conduzca hacia una experiencia más profunda de la gracia de Dios y el amor hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Que en este tiempo de Cuaresma, podamos crecer en fe, esperanza y caridad, llevando la luz de Cristo a todos los rincones de nuestro mundo.

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